
domingo, 19 de septiembre de 2010
viernes, 17 de septiembre de 2010
tachan
A continuación se giró hacía nosotros. El gesto altivo, la sonrisa apenas un poco forzada, la mano izquierda apoyada contra la cadera, la derecha, triunfal, apuntando al cielo, en la espera de la majestuosa reaparición de su asistenta. Completamente ajeno, en definitiva, al reguero de líquido rojo y viscoso que, lentamente, a sus espaldas, se abría paso hacia sus zapatos de charol recién lustrados.
Ning1
El mago
¡Tachán! Con un guiño, César abría la mano y de allí sacaba la sonrisa de Mariana. No la vuelvas a perder, decía. Entonces, a la niña se le iluminaban los ojos y movía negativamente la cabeza.
Sin embargo hay lugares donde la alegría se pierde con demasiada frecuencia, y hasta los hechizos más poderosos dejan de surtir efecto. Por eso hace dos semanas que, en el turno de patio, César está muy serio, como triste. Lo que sus compañeros no saben es que ha perfeccionado su truco. Ahora se arranca la sonrisa con los dedos y la cose con hilo mágico en la boca de la pequeña.
NiñoCactussábado, 11 de septiembre de 2010
Las pequeñas vidas
Papá solía morirse dos veces al día. La mayoría de las ocasiones pasaba por descuido o a causa de un acto reflejo completamente involuntario, como ocurrió con la mosca en la nuca. Otras fue algo inevitable: mamá tenía auténtica fobia a las arañas, y la abuela era alérgica a las abejas. Por suerte, luego todo cambió, y tras reencarnarse en gato, fue el consentido de la casa.
NiñoCactus
Medicinas y Alternativas
-Hay que ver cuánta fuerza de voluntad tienes –le solía decir el tío Miguel-. Cualquier otro en tu lugar ya habría intentado suicidarse.
NiñoCactus
jueves, 9 de septiembre de 2010
Travesuras
Papá solía morirse dos veces al día. A veces incluso tres. Y eso que mi hermano y yo nos turnábamos, todo el rato, para vigilarlo. Pero él, al menor descuido, como un niño travieso, zas! Se quitaba la vida.
Era entonces cuando uno de los dos tenía que salir corriendo a pedir ayuda. Con tanta práctica llegamos a ser muy rápidos. A veces volvíamos antes incluso de que se hubiera muerto del todo.
En esos casos tocaba esperar, con paciencia, a que acaeciera la defunción. Era entonces cuando Él levantaba los brazos y con voz profunda pronunciaba: “Lázaro, pesado, levántate y anda!”
Y mi padre se levantaba, sonriendo y decía, “Jo, como mola”.
Ning1
sábado, 4 de septiembre de 2010
Cuentos Inconclusos
Obsesionado con la escritura, comenzó a confundir su realidad con la ficción. Incluso llegó al extremo de no atreverse a terminar ninguno de sus relatos por si en el punto final se escondía su propia muerte. Una mañana...
NiñoCactus
Vudupuntura
Le recomendaron un tratamiento de acupuntura para aliviar su problema de espalda, pero era tal su aversión a las agujas que decidió acudir a una santera vuduista.
NiñoCactus