Martín
tiene ojos de estrella porque se pasa las noches mirando al cielo.
En
el pueblo, todos hablan de él.
–¿Cuándo
sentará la cabeza este muchacho? –se preguntan. Pero al cruzarse con Martín,
nadie es capaz de decírselo. Se quedan mudos, perdidos en su mirada, llena de instantáneas
luminosas. Y cada cual encuentra una imagen especial para sí.
En
los ojos del joven, la maestra se ve montada en una motocicleta, recorriendo a
toda velocidad carreteras llenas de curvas entre montañas escarpadas. El
panadero demuele edificios inútiles y los convierte en jardines llenos de
naranjos y margaritas indecisas. La mujer del lechero toca las campanas de la
iglesia, componiendo sinfonías con su repique melodioso. Y el posadero se
descubre como avezado constructor de ascensores para subir a las nubes.
Martín
es hacedor de sueños y no quiere guardárselos para él.
Por
eso, en el pueblo, la maestra vuela con su bicicleta camino de la escuela; el
panadero añade un poco de agua de azahar a la masa de los molletes; la mujer
del lechero hace tintinear las botellas durante los repartos; y el posadero
pone doble de espuma al servir la cerveza.
Allí,
todos los vecinos poseen un pedacito de estrella, aunque la mayoría ni se lo
imagina.
NiñoCactus
Gracias a
Clara Varela por permitirme participar en su proyecto,