Mi
abuela contaba,
al
irme a dormir,
historias
de menta
y de regaliz.
A mí
me encantaba
la de Bonachón,
un
gigante afable
de gran corazón
que,
cuando aparece,
concede un deseo.
«¡Escógelo bien!»,
decía mi abuelo.
Y
yo, por si acaso,
compré un gran cuaderno
donde
hice una lista
con todos mis sueños:
Viajar
a la luna,
comer espaguetis,
ser
malabarista,
conocer al Yeti,
tocar
la trompeta,
ganar cien medallas,
rugir
como el viento,
escalar montañas...
Puse
tantas cosas
que, al escribir fin,
conté
los deseos
y eran más de mil.
Pasó
mucho tiempo,
lo
estuve esperando.
Jamás
el gigante
pasó
por mi cuarto.
Luché
por mis sueños,
alguno
alcancé,
y de
aquella historia
casi
me olvidé.
Hasta
que una noche,
siendo
yo mayor,
al
irme a la cama
hallé
a Bonachón.
«Pide lo que quieras.
Te
dejo elegir»,
me
dijo el gigante
acercándose
a mí.
«Que ya nunca más
te vuelva a olvidar,
que
crea que el mundo
se puede cambiar».
Con
una sonrisa,
mis
ojos cerró.
«Conservas adentro,
tu niño interior».
Y
ahora yo cuento
a Julieta al dormir
historias
de menta
y de
regaliz.
Un placer compartir con vosotros estos SEIS AÑOS de historias.
GRACIAS POR LA COMPAÑÍA.