miércoles, 30 de noviembre de 2011

Sed de Besos

Un regalo de Aurora Ruá para uno de los micros antiguos.

jueves, 24 de noviembre de 2011

¿Y después?

El tío Argimiro siempre tenía una historia para contar. Había creado un mundo lleno de personajes increíbles y aventuras fantásticas que me relataba cuando mis padres me llevaban a verlo. Yo ponía todos los sentidos para no perderme ningún detalle e, invariablemente, me dejaba con la miel en los labios y un relato incompleto en el momento más emocionante. ¿Y después?, preguntaba yo. Después lo sabrás el próximo día, a ver si así no tardas tanto en volver, me contestaba.
Una tarde, al tío le dio un ataque de tos tan fuerte que le hizo marcharse al cuarto de baño, y desde allí a la habitación. Madre no me dejó entrar a despedirme así que cuando volvimos a hablar por teléfono fui directo al grano: ¿Y después? Una risa débil me contestó desde el otro lado del auricular.
No le molestes demasiado, me dijeron todos antes de entrar en la habitación de la clínica. Las palabras de tío Argimiro, pese a su a su falta de fuerza, seguían igual de hábiles para crear tramas sorprendentes. Necesitaba hacer muchas pausas y respirar dentro de una mascarilla con oxígeno, pero no le suponía un impedimento para continuar. Esta vez, cuando acabó, no me dejó abrir la boca. Respondió directamente. ¿Y después?, después no existió nada más.
NiñoCactus

viernes, 18 de noviembre de 2011

Memoria

Muerto pero mío, murmura mi tía-abuela Carmen observando una foto de su marido. Luego se acerca y me dice, con un cansancio de flores marchitas, que no tuvieron suficiente con robarles la vida, también les quitaron la muerte. Así dejaron de pasar los años para ella.

Una tarde me contó que estuvo frente a frente con la Parca. Hasta se atrevió a preguntarle dónde estaba Manuel, pero sólo obtuvo una mirada llena de tristeza. No me lleves, le dijo, no hasta que le encuentre. Y le enseñó sus dedos con las uñas rotas llenas de tierra.

Todavía no la ha vuelto a ver.

NiñoCactus

Azul

Muerto pero mío, rugió el océano con todas sus bocas llenas de espuma, antes de engullir el planeta abocado a su propia aniquilación.

NiñoCactus

domingo, 13 de noviembre de 2011

La despedida

Y nada más existió hasta el próximo tren...



Dicen en el pueblo que cuando les dieron a escoger entre el ferrocarril o el cinematógrafo no hubo duda: la única manera de que todos los habitantes de la villa tuviesen oportunidad de conocer mundo era la gran pantalla.

Martina, la hija del maestro, fue elegida como operadora. Nadie más tenía experiencia, y ella había asistido en varias ocasiones a las salas de la capital.

El sexto verano, durante el segundo pase de Los girasoles, el proyector se apagó para siempre. Martina fue incapaz de ver de nuevo a Mastroianni alejándose en aquel vagón.

Desde entonces, la han visto vagar por las tierras destinadas a la estación esperando un silbido de locomotora.

NiñoCactus

jueves, 10 de noviembre de 2011

Breves momentos encadenados

Y nada más existió hasta el próximo tren. Así era su vida, una sucesión de instantes habitados por impulsos que le arrebataban los sentidos.
De pronto, el universo entero se concentraba entre las alas de una mariposa. Todo cobraba un ritmo vertiginoso de volteretas y colores para, un segundo después, detenerse hasta el siguiente aleteo.
Si tenía hambre; ojos, olfato y manos se ponían en movimiento buscando algo que estallase en su paladar al ser saboreado.
Por eso a madre no le importaba desaparecer aquellos momentos. Esperaba tranquila, vigilándolo de cerca, pues sabía que cuando necesitase un abrazo, el mundo entero sería ella.


NiñoCactus

lunes, 7 de noviembre de 2011

Parole, parole, parole

-Bailas fenomenal –me dijo mientras mis pies pisaban los suyos por enésima vez-, y me encanta tu conversación. No eres como los demás chicos.
Intenté encontrar algunas palabras de agradecimiento pero sólo logré emitir un vergonzoso tartamudeo, similar al que me llevaba acompañando toda la noche.
-No sé –continúo-, además tu cara tiene algo especial... Tal vez esa preciosa sonrisa.
Casi de forma refleja, me llevé la mano a la boca para disimular el aparato de ortodoncia. Parecía fijarse únicamente en mis defectos y no hacía más que alabarme. Necesitaba una tregua de silencio, así que la besé.
-Te quiero –susurró antes de abrir los ojos.
Sentí que ya tenía suficientes mentiras y, recogiendo mi abrigo, salí del bar.

NiñoCactus

jueves, 3 de noviembre de 2011

El verdadero significado de las cosas

Como tantas veces había hecho de niño le di la vuelta a todo. Coloqué la cama de mesa y la maleta como asiento, empleé el lavabo de pecera y transformé las paredes en un lienzo gigante. Cacerolas y sartenes se convirtieron en instrumentos musicales, los árboles mudaron sus hojas por noticias de periódico, y mis pies trocaron en manos y mis manos corretearon por tu piel. Pues tú me descolocas llenándolo todo de sentido.




NiñoCactus