lunes, 26 de mayo de 2008

Cuento Clásico

El Bello Insomne sólo necesitaba un beso para quedarse dormido.

Niñocactus

jueves, 22 de mayo de 2008

Sueños III

-Entonces, ¿cómo podemos saber que esto no es un sueño?- decía Ana.

-No podemos –respondía Andrés. –Pero si es un sueño yo te olvidaré porque nunca los recuerdo al despertar.

Y así ocurría cada noche cuando Ana iba a su encuentro y Andrés se presentaba como si nunca antes la hubiese visto.

Niñocactus

martes, 20 de mayo de 2008

Micro

El agorafóbico sólo tenía una pesadilla: Soñaba que podía volar

Ning1

lunes, 19 de mayo de 2008

Sueños II

-Entonces, ¿cómo podemos saber que no es un sueño? -dice Ana.
Pero la respuesta siempre queda incompleta por el timbre del reloj. Hasta que un día decide no poner la alarma y justo, en el mismo instante de siempre, se despierta.

Niñocactus

Sueños

-Entonces, ¿cómo podemos saber que no es un sueño? -decía Ana mirando fijamente la taza de café.
-Porque en los sueños no existen las dudas. Las cosas son por el mero hecho de ser. No importa lo raras que parezcan. -Andrés estaba totalmente convencido de su discurso y sonreía mientras ella le decía que le amaba.
No le dio tiempo a besarla, el despertador sonó en ese momento. Andrés abrió los ojos preguntándose si Ana realmente le quería o no.

Niñocactus

miércoles, 14 de mayo de 2008

Promesas (III)

El día que la besó por primera vez juró que la amaría hasta el final de sus días.

Años después, firmaba su rendición en una nota de suicidio.

Ning1

lunes, 12 de mayo de 2008

Promesas (II)

Lo sentaron delante del tribunal y le hicieron jurar, ante la biblia, que diría la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Aunque lo intentó en varias ocasiones y con todas sus fuerzas, el acusado de perjurio no pudo dejar de reírse durante todo el juicio.


Ning 1

Promesas

El político ya no recordaba todo lo que había prometido. Llevaba ya dos largos meses de campaña electoral y las promesas se habían ido sucediendo incansablemente. Recordaba vagamente haber prometido a los consumidores que bajarían los precios, a los vendedores que subirían, a los transportistas que subvencionaría el petróleo, a las petroleras que, con él, ganarían más dinero. Recordaba también haber dicho en una comunidad autónoma (aunque no se acordaba exactamente en cuál) que aumentarían sus libertades. Sabía que a la vecina le había asegurado que no habría tratos de favor.

Pero sumaban más de diez mil promesas y de algunas ya no se acordaba. Desde luego era algo normal, él no era una computadora. Era, solamente un político, que vivía de prometer. En su opinión, no se le podía pedir más.

Lo que no tenía muy claro era si su hijo, el día después de su cumpleaños, lo entendería todo tan bien.

Ning 1

jueves, 8 de mayo de 2008

Perdone, para ir a...

Es muy fácil, sólo tiene que seguir por la avenida y torcer en la tercera calle a la derecha, justo donde está la tienda de… Pero él no escucha más, se ha perdido en la curva de sus labios. La mira atentamente.

Ella alarga la explicación todo lo que puede. Se para en los detalles. Busca otra pregunta en su mirada. Sonríe nerviosa.

Finalmente se separan. Ella decide atajar y esperarle allí donde le ha dicho que va. Pero él, como no atendió a las indicaciones, nunca llega.

Niñocactus

El dedo meñique de mi mano izquierda

aMi meñaique se haa enamoarado y atiembla paulsaando , saain qauerer, la taecla aa.


Naiñocaactus