Los hombres que a mí me gustan no saben llorar.
El primero con el que salí tenía problemas de retención. Las lágrimas se le quedaban dentro. Después de algunos hipidos, sus párpados comenzaban a hincharse, y había que darle un pequeño pinchazo con un alfiler.
Otro, el más guapo, lloraba hacia arriba. Pero era tan sensible que parecía gastar un bote de gomina a la semana.
Mario lagrimeaba por aspersión. Bruno solamente por un ojo. A Manuel le salía todo por la nariz. Y Gustavo guardaba cada lágrima en cajitas ordenadas por fecha.
Por último llegaste tú, y cambiaste las lágrimas por sonrisas.
NiñoCactus
El primero con el que salí tenía problemas de retención. Las lágrimas se le quedaban dentro. Después de algunos hipidos, sus párpados comenzaban a hincharse, y había que darle un pequeño pinchazo con un alfiler.
Otro, el más guapo, lloraba hacia arriba. Pero era tan sensible que parecía gastar un bote de gomina a la semana.
Mario lagrimeaba por aspersión. Bruno solamente por un ojo. A Manuel le salía todo por la nariz. Y Gustavo guardaba cada lágrima en cajitas ordenadas por fecha.
Por último llegaste tú, y cambiaste las lágrimas por sonrisas.
NiñoCactus