lunes, 31 de marzo de 2008

Cambio climático

Al mal tiempo buena cara, le dijo.
Como hacía un sol radiante, el niño siguió llorando sin entender nada.

Niñocactus

miércoles, 26 de marzo de 2008

Paradoja

Nadie prohibe nada.
Pero hay tantos nadies y tantas nadas...

Niñocactus

Con-sentimiento

Afuera todo el invierno, el aire helado...
Cerró los ojos aunque deseaba seguir mirándola. Era incapaz de mantener los párpados abiertos cuando sentía sus manos acariciándole. No le importó que estuviesen frías. Era tan hermosa. Llevaba toda la tarde esperándolo en la habitación..., y sus manos tan frías..., y la piel... Pero no le importó.
De la misma manera que ella no dijo nada cuando él llegó, al besar sus mejillas cálidas mientras desanudaba su bufanda y le quitaba el abrigo...
Afuera todo el invierno...
Niñocactus

jueves, 13 de marzo de 2008

Post operatorio

Una vez que hubo recobrado el conocimiento, el médico se acercó a su cama y le dijo que el trasplante de corazón había sido un éxito. Pero él, aturdido aún por la anestesia y por un lenguaje lleno de sístoles y diástoles, desconfiaba. Él no quería saber si bombeaba bien o mal sangre, no le importaba mucho si el número de pulsaciones era el adecuado… Él necesitaba otra cosa y por eso, temblando, pidió que su esposa entrara en la habitación.

La espera se le hizo eterna. La marcha de la enfermera pareció trascurrir a cámara lenta, el lapso de tiempo hasta que el chirrido de la puerta anunció que su mujer estaba entrando fueron horas.

Sin embargo, al verla y sentir aquella sensación tan agradable y familiar, todos sus sufrimientos se vieron recompensados y, por fin, pudo respirar tranquilo.

Su nuevo corazón amaba igual que el viejo.


ning1


domingo, 9 de marzo de 2008

Enamorarse

Ya iba siendo hora de poner los pies en el cielo...

Niñocactus

lunes, 3 de marzo de 2008

Encantamientos

No pude transformarme en princesa porque el imbécil seguía mirando descaradamente al hada. Se le iban los ojos detrás del culito de esa cursi con alas. Y yo, aunque necesitaba su varita, no tuve más remedio que rompérsela en la cabeza..., por andar provocando.

Niñocactus

Cuento de Hadas

No pude transformarme en princesa porque el imbécil seguía mirando. Y porque estaba harta de fregarle los platos, plancharle la ropa y quitarle el polvo. Porque las manos de los príncipes no son ásperas, ni huelen a tabaco negro, ni duelen sus caricias. Porque el destino no se puede cambiar con un beso y, en el fondo, nunca creí en sus palabras, siempre con cuentos.

Niñocactus