lunes, 15 de septiembre de 2014

Bigotes

Cuando tomaba chocolate caliente, se le quedaba la marca, a modo de bigote antiguo. Entonces sus palabras se tornaban decimonónicas, pronunciadas con una caligrafía exquisita. Después, se limpiaba con una servilleta y volvía a ser el mismo chico sencillo.
Si la mancha era pequeña, como un pequeño mostacho rectangular, se ponía en pie lanzando frases dictatoriales. Su discurso se llenaba de mayúsculas y exclamaciones. Esas veces, era yo quien borraba rápidamente aquella sombra sobre su labio.
Más tarde, en la intimidad, le dibujaba un bigote como el de Clark Gable, y no lo hacíamos desaparecer hasta la mañana siguiente.

lunes, 8 de septiembre de 2014

El peine

Ella siempre lleva el pelo suelto, por eso los vientos se enredan entre sus cabellos y quedan cautivos. Más tarde, cuando llega a casa completamente despeluzada, la peino con cuidado. Los vientos se van soltando uno a uno; forman remolinos, arrullos, tempestades. 
Un día la estuve esperando, y al siguiente, y al siguiente también. Pero ella nunca volvió. Quizás se prendió a su larga cabellera un viento de cambio, o tal vez no necesitó peinarse nunca más.