El orientador del colegio de su hijo le recomendó que, para mejorar la relación con su hijo, le contará cuentos sin ton ni son.
Tres meses después la relación había mejorado significativamente. Eso sí, ahora el niño quiere que su primer hijo se llame Delosfilisteos en honor al santo más heroico de todos los tiempos y cree firmemente que, cuando se le cae un diente, viene a traerle dinero un dios egipcio extrañamente emparentado con los vecinos del 5º E.
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