martes, 31 de marzo de 2009

Bañeras

Esta vez va un encargo, un relato para poner una historia a una ilustración de Patri. Visto con retrospectiva, creo que los colores han influido en la temática y el dibujo en el desarrollo de la historia.

Esta es la ilustración y luego sigo con el relato...




Se acercó a la bañera con paso lento aunque seguro.


Abrió el grifo izquierdo, dejando que el líquido residual de las cañerías se vertiera por el sumidero. Cuando comenzó a salir vapor de agua giró el pomo derecho, dejando que el agua fría se mezclara con el caliente. A los pocos segundos metió la mano debajo del chorro y jugó con los mandos hasta que la temperatura le pareció adecuada.



La temperatura del agua es muy importante. Si el líquido tiene la temperatura adecuada, la sangre, al salir del cuerpo, no causa dolor.



Después puso el tapón en el desagüe cortando la huida del agua. Aprisionándolo y obligándolo a existir en el corto espacio de la bañera.


Se sentó sobre la tapa del inodoro a esperar. Relajada. Paciente.


Fijó su mirada en el grifo abierto de la bañera y fue observando cómo, centímetro a centímetro, el nivel de agua subía progresivamente. Comprobando como el líquido, al ir ascendiendo, cambiaba su percepción del blanco del falso mármol.



Finalmente el líquido subió todo lo que se podía subir y se desbordó. Primero cayó un breve chorro, derramado a modo de leve advertencia sobre lo que podía pasar a continuación. El aviso no fue oído y con el segundo chorro ya nunca dejó de caer agua sobre el piso.


Observó el agua en el suelo, espiando su franca huída sobre los verdes azulejos. Libre ya de las ataduras del recipiente que lo había atenazado.



Pocos minutos después salió del baño. Mojándose los pies descalzos en un agua tibia. No cerró el grifo al marcharse.


Tampoco recogió sus cosas ni dejó una nota escrita explicando su ausencia.


Simplemente, se marchó para no volver jamás.


Ning1

lunes, 30 de marzo de 2009

Afortunado en juego...

Cuentan las malas lenguas que Don Lope perdió a la tía Cristina en una partida de cartas. El refranero español y los efectos de dos botellas de vino y una de whisky fueron la causa de su desventura la noche en que apostó con su amigo Alfonso Velarde que quien perdiese la mano se quedaría con la muchacha. Aquella fue la primera vez que Lope Guzmán ganó sin hacer trampas.

NiñoCactus

Terapia

Fui a un hipnotizador para conseguir olvidarme de ti. El problema es que ahora tampoco me acuerdo de mí.


NiñoCactus

jueves, 19 de marzo de 2009

La luz

La que siempre lucía antes de que los bombardeos acabasen con él; la que, generación tras generación, había devuelto a los marineros a tierra, a los brazos de sus mujeres y amantes... La luz que recordaba dónde hallar el pueblo cuando la noche convertía la mar en un abismo.

Dicen las mujeres que, desde que destruyeron el faro, ningún hombre de la aldea volvió a enamorarse por temor a no encontrar un día el camino de vuelta. Las relaciones se volvieron mecánicas, aprendidas, con el cariño justo para vivir cómodos sin echar de menos... Y nadie se quejaba porque así tenía que ser. Ni siquiera Carmen, que en silencio encendía cada noche una tea en su ventana.


Niñocactus

jueves, 12 de marzo de 2009

Para el NiñoCactus (de Aitana Carrasco Inglés)

Al Niño Cactus le gustaban las pompas de jabón porque eran lo suficientemente frágiles como para hacer parecer a todos los demás cubiertos de pinchos.


(La ilustración-tesoro y la continuación tierna y dulce del cuento son obra de Aitana)
Mil gracias por ser tan maravillosa

lunes, 9 de marzo de 2009

NiñoCactus


A Niñocactus nunca le invitaron a un cumpleaños porque explotaba los globos. Hoy le ha salido una flor.

Niñocactus

Ilustración de Verónica de Arriba (depeapa)

Confianza

Salvo quizás, por esa casi imperceptible gota de sangre seca, habría creído a mi padre cuando me dijo que había encontrado un nuevo hogar para mi perro. Por eso ahora, cuando llega por las noches y dice que lo ha pasado a ver y que está bien, me quedo callada, miro a mi madre, y leo en su cara que ella tampoco se lo traga.

NiñoCactus

domingo, 1 de marzo de 2009

Él no espera nada

Él se dirige a uno de los barrios de las afueras. Hace tiempo que su andar se volvió mecánico y no sabe hacia dónde le llevan sus pasos. Ahora sí, tiene un asunto que resolver en una de las tiendas de la plaza Arriate, pero no es de esta dirección de la que hablamos, es de otra. Ésa la perdió cuando su mujer se marchó con aquel cretino. Y ahora su pequeña le llama papi. ¡Joder, qué frío! Lo dice y camina más rápido. Tiene que comprarse otro traje más abrigado. Cuando mejoren las cosas. No lo dice, ni siquiera lo piensa, le da igual. Ya no espera nada. Apunta mentalmente que no se le olvide comprar algo para cenar. La despensa está vacía. Las luces de los escaparates comienzan a iluminar la avenida por la que pasa un grupo de chavales que no para de dar voces. Gira en la siguiente calle a la derecha y llega a un parque. Se ha perdido. Sólo ve a una mujer sentada en un banco, se acerca y le pregunta. Pero ella permanece en silencio unos segundos. Lo mira tranquila, dejando que el tiempo repose las palabras. Por fin responde pero a otra cuestión, una que se lee en sus ojos aunque él no lo sabe. Luego le indica con la mano hacia dónde debe ir. No tardaré mucho, dice. Su nombre es Alfredo.

Ella sonríe y lo espera.


Niñocactus


Ilustración de Aurora Cascudo