La profesora pregunta por el animal con el cual nos identificamos. Mi imaginación vuela, como un pájaro, uno azul que se confunde con el cielo y así puede batir sus alas con extremada libertad, pues nadie lo ve. Está solo, confundiéndose con la inmensidad anhelada, hasta chocar contra una trampa.
Ricardo Pedrosa siempre me lee el pensamiento.
-Un gato -responde desde el asiento de atrás, mientras clava la punta de su zapato en mi espalda. Yo disimulo el gesto de dolor con resignada costumbre.
Entonces me toca a mí.
-Un leopardo -miento.
Y, a pesar del engaño, confío en que hoy la realidad del recreo cambie.
NiñoCactus