De la rutina insípida de su oficina pasa al tedio monocromo
de su hogar. Y, sin embargo, se siente feliz. Incluso aplaude las bondades de
una existencia ordenada y tranquila.
— Papá, ha llamado tu oftalmólogo. Dice que te has saltado las cuatro
últimas revisiones.
Él se coloca las gafas de cerca y ojea el correo. Solo hay facturas.
— Papá, ¿me escuchas?
Pero no contesta. Sigue a lo suyo, con ese temor a ver bien de lejos, a mirarse
un día desde fuera y observar nítidamente la escena borrosa con que siempre
se topa.
NiñoCactus
2 comentarios:
El día que vea bien y oiga, tal vez, a no será tan feliz.
Dejémosle al hombre tranquilo!
Saludos.
Cuando el trabajo es tedioso, y la vuelta a casa aburrida, no necesita ver ni escuchar. Es su escondite.
Saltos y brincos
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