—Además, el
pollo rebozado siempre humea demasiado —concluye a modo de sentencia
incuestionable.
—¿Humea? ¿Cómo
que humea? Mírame y jura que esto no tiene nada que ver con llenar la casa de
ajos, o con aislar la habitación con placas de aluminio, o con buscar por
internet zapatos bicolores, o con la propuesta en la junta de vecinos de
construir un búnker en la segunda planta del garaje... Mírame y jura que no te
has enganchado ahora a ningún ciclo de películas del oeste, por favor...
NiñoCactus
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