jueves, 8 de noviembre de 2012

La mirada miope del hombre tranquilo

De la rutina insípida de su oficina pasa al tedio monocromo de su hogar. Y, sin embargo, se siente feliz. Incluso aplaude las bondades de una existencia ordenada y tranquila.
— Papá, ha llamado tu oftalmólogo. Dice que te has saltado las cuatro últimas revisiones.
Él se coloca las gafas de cerca y ojea el correo. Solo hay facturas.
— Papá, ¿me escuchas?
Pero no contesta. Sigue a lo suyo, con ese temor a ver bien de lejos, a mirarse un día desde fuera y observar nítidamente la escena borrosa con que siempre se topa.

NiñoCactus

2 comentarios:

Maria dijo...

El día que vea bien y oiga, tal vez, a no será tan feliz.
Dejémosle al hombre tranquilo!
Saludos.

Ester dijo...

Cuando el trabajo es tedioso, y la vuelta a casa aburrida, no necesita ver ni escuchar. Es su escondite.
Saltos y brincos