martes, 22 de junio de 2010

Recuerdos


Sin ningún recuerdo, sentado en el asiento trasero de un anónimo taxi, el anciano se dirige a la estación de trenes. Asustado, tiene la esperanza de que allí, entre el bullicio de gente, será capaz de encontrar un rostro conocido.

Un rostro en el que reconocer su propia vida. Un rostro en el que reconocerse a sí mismo.



Antes de arrancar, Jesús mira durante unos segundos el rostro del anciano al que acaba de encontrar deambulando por la calle. Cuando nota que éste comienza a impacientarse, arranca el motor.

Toma una dirección contraria a la de la estación de trenes.



Durante toda la carrera el anciano no deja de mirar, sin reconocerla, la ciudad en la que ha vivido los últimos cuarenta años. El taxista, por su parte, ya no vuelve a mirar al pasajero en todo el viaje.

Conduce con los ojos fijos en el frente. No quiere que las lágrimas empañen su mirada mientras devuelve a su padre a la residencia de ancianos.




Ning1

15 comentarios:

balamgo dijo...

Relato conmovedor.
Seguramente habrá más de una historia como la tuya por ahí.
Saludos.

Víctor dijo...

Bru-tal, Ning1. No sabía cómo ibas a acabar este micro y lo hiciste de un modo brutal. Me encantó.

Un saludo mientras lo releo.

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Podría ser mi madre.
Yo soy el taxista.
Un abrazo.

reciclaresrenacer dijo...

triste pero cierto....

David Moreno dijo...

Un tanto triste y muy real. Cuántas vidas se habrán visto reflejadas en este micro...

Un saludo indio

Anita Dinamita dijo...

Como será que se borren todos tus recuerdos... creo que lo has descrito perfectamente.

arabel dijo...

Es brutal y tan cierto...

Tuti dijo...

jo-der... me sorprendió el final

su dijo...

... y siempre se sintió perdido, hasta el final de sus días.
Triste que la vida se empeñe en arrancar los recuerdos a los más débiles...horrible enfermedad.
Abrazos.

Esthertxu dijo...

qué penita me ha dado leerte... ese hombre me ha conmovido y tus palabras están cargadas de ternura... precioso relato.
un saludo.

Ning1 dijo...

Muchas gracias a todos por los comentarios. Me alegro mucho de que os haya gustado. Desde luego, a mí, es de los que más me ha tocado de los últimos que he escrito.

El relato es, seguramente, el resultado del "poso" que me dejó el maravilloso comic-book "Arrugas", del autor español Paco Roca, que aprovecho para recomendaros. Si os ha gustado mi relatillo, el comic creo que le da mil vueltas en todos los aspectos.

Un saludete

Ning1

anis dijo...

maldito alzéimer

Citlalinushka dijo...

Este me arruga el corazón. Recién leía sobre el aprendizaje de los niños y la forma de comenzar a reconocerse. Este sin duda es el extremo opuesto: el de comenzar a olvidarse.

Ahh.. me ha puesto melancólica...
Saludos de mar.

Anónimo dijo...

Trabajo en un centro de día para personas mayores, esta tarde, con vuestro permiso, les leeré este cuentecito.
Me tomo la libertad de aprobar vuestro permiso... jeje

Anónimo dijo...

necesidad de comprobar:)