Huye durante horas, días, semanas.
Atraviesa valles, surca mares, cruza estepas.
Se aleja andando, en barco, en avión.
Cuando por fin se siente lo suficientemente lejos mira a su alrededor. Ni rastro de amigos ni enemigos. Ni jefes, ni compañeros. Ni esposas ni amantes.
Ni rastro de su vida pasada.
Relajado, por vez primera en muchos meses, deja que una sonrisa comience a cruzar su rostro. Justo en ese momento su mueca se congela al darse cuenta de que su huida es incompleta.
En el inicio del gesto se reconoce a sí mismo.
Ning1
10 comentarios:
Huir puede ser una respuesta cobarde. Lo valiente es arriesgar sin dejar de ser uno/a mismo.
Me ha gustado tu relato.
Un beso que se queda
que triste...
por qué no lo dejas huir de una vez por todas???
Vaya, se olvidó de el mismo, es una pena. Creo que lo mejor es que vuelva.
Blogsaludos
Huir, huir y huir para saber que nunca podrás escaparte de ti mismo. Triste situación.
Saludos
Me encanta, a mi también me gustaría dejarme a mi misma en casa cuando huyo
Un gran Relato porque con tan poco, tantos hemos captado la idea
Sí, verdad?
Un abrazo nada huidizo.
Me parece un relato muy bueno, me gusta la idea que trasmite de que podemos dejar a trás todo, pero a nosotros mismos no.
Un saludo
Magnífica entrada, permíteme que me haga seguidora de tu blog.
Un abrazo
Silvia
Muchas gracias a todos por los comentarios. Gracias a los nuevos por asomarse por aquí, me alegra que os haya gustado, es una gozada que os molesteis en escribir.
Como curiosidad el relato es el resultado de poner en letras una crisis adolescente de hace ya un montón de años... Se me vino a la cabeza y decidí ponerla en cuento.
Abrazos a tutiplen
le ha seguido su sombra
:S
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