Pasado un mes decidieron entregarse sus más preciados tesoros. Los mismos que habían olvidado el día en que se conocieron.
Fue una noche de finales de junio. En la pequeña cala junto Almaro ella le regaló el mar y él la luna. En ese mismo instante luz y agua quedaron unidas en la marea. Y aquel amor quedó sellado en eternidad por el perpetuo movimiento de la naturaleza.
Niñocactus
6 comentarios:
MUY bonito.
No me lo esperaba. Aunque mirado hacia atrás es bastante lógico. Que, por otra parte, es lo que dijiste en la respuesta a los comentarios de la primera entrega.
Todos los relatos me han encantado, pero el final es precioso!! Ahora ya sabemos a quién debemos las noches de luna en la playa!! (gracias a Amanda y a Federico; sin conocerlos, son ese tipo de personajes que sabes que te van a caer bien para siempre, no os parece??)
En fin, como cuando lees un buen libro, al final te da penita que se termine y te gustaría que continuase unos capitulillos más! ( a pesar de decirte que apuraras en contárnoslo...)
Enhorabuena por la aventura que comienzas mañana niño cactus!! Te vamos a echar de menos!!
Un millón de besiños y apertas para el otro lado del charco! qué emoción!!
No sabía que era hoy cuando te ibas!!!
Que tengas mucha suerte
leí el cuento al revés, luego me di cuenta y lo leí en el orden correcto... esa pisada como de baile de principiante me gustó. Y ayer la carne se quedó cruda y sangró.
Como necesitaba hoy un cuento bonito y no teneis nada nuevo. No os dais cuenta, pero teneis una labor en mis guardias.
Epílogo secundario de un personaje principal:
Marco acabó siendo arquitecto en la capital. En todas sus construcciones puede encontrarse una piedra con tres ondas grabadas. Cada día recuerda el mar...
Publicar un comentario