Esmog se ubica tan lejos como el lugar más cercano al que nunca iría nadie. Cuando nos adentramos en el humo y la bruma que rodea la ciudad, lo único que percibimos es un gris monótono y desventurado. Incluso las personas pierden su color poco a poco para mimetizarse con el entorno.
Esmog posee más de dos millones de habitantes, sin embargo ninguno de ellos está censado allí. Se trata, pues, de una gigantesca urbe fantasma. Fábricas, oficinas y bloques enormes con reducidas viviendas lo llenan todo. No hay parques, ni plazas, ni ríos.
La gente vive triste. Desearía encontrarse en cualquier otro lugar. Aunque existen pequeñas excepciones.
Cuando Nuria se cruzó con Cristina percibió un soplo de luz y decidió llenar la calle con huellas de todos los colores. Manuel plantó flores en su ventana el mismo día que conoció a Claudia. Y Abel bordó una amapola en su maletín después de recibir un abrazo de Matías.
Quizás existe una esperanza para la ciudad en las miradas, las palabras, los encuentros.
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