El leve crujir de la viga de la que cuelga su padre, posado como un jilguero sobre una suerte de trapecio, araña el silencio. Todos me miran nerviosos, sin atreverse a comenzar la cena.
Finalmente, el abuelo, quien observa cada plato con desconcertante estrabismo, lanza su larga lengua hacia la fuente de langostinos. Le sigue la madre, desencajándose la mandíbula para dejar paso al pavo relleno, aún sin trinchar. En otro extremo de la mesa, el hermano mayor roe un poco de queso.
Entonces, mi novia, sonriéndome, comienza a rumiar su plato de brotes de alfalfa, y yo, un poco menos tenso, saco mi estómago y lo coloco sobre el cuenco de alitas de pollo.
Finalmente, el abuelo, quien observa cada plato con desconcertante estrabismo, lanza su larga lengua hacia la fuente de langostinos. Le sigue la madre, desencajándose la mandíbula para dejar paso al pavo relleno, aún sin trinchar. En otro extremo de la mesa, el hermano mayor roe un poco de queso.
Entonces, mi novia, sonriéndome, comienza a rumiar su plato de brotes de alfalfa, y yo, un poco menos tenso, saco mi estómago y lo coloco sobre el cuenco de alitas de pollo.
4 comentarios:
¿Y yo ahora que digo?.
Jajaja, si dice "Mu" ya sabemos quién es usted, jajaja. Bueno, y si dice Pío también... ;P
Una familia de lo más entrañable, NiñoC.
Comprobando que actualizas muy de tarde en tarde, me quedo más tranquila. Hace tiempo que no te leía, y temí que fuera mi extravío actual en la selva bloguera que está creciendo. Pero no. Es que cuidas tus micros como un orfebre.
Me gustó mucho conocerte, fue un placer imprevisto. Me gustaría que se repitiera pronto.
Abrazos
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