Jaime
tenía miedo al agua. Incluso cuando bebía, lo hacía a sorbitos, para así evitar
ahogarse. Tal era su pavor que ni siquiera se atrevía a sollozar. Si se ponía
triste, se le encogía el corazón, pero no derramaba ni una sola lágrima porque
no sabía cuánto llanto podía caber en sus ojos: ¿un charco?, ¿un río?, ¿un
mar?...
Debido
a eso, todos se extrañaron el día en que Jaime pidió de regalo un traje de baño.
–También
te hará falta un flotador, o unos manguitos –le dijeron sus padres.
–No
–siguió tranquilamente el muchacho–, solo necesito un par de alas.
NiñoCactus
8 comentarios:
Tannnnn bonito....
Me ha encantado, por favor alguien le puede dar las alas terrestres.
Saltos y brincos Ester
¡¡Hermoso...!!!
Besitos
A los gatos les asusta el agua...esto me hace pensar que quizá se trate de una alegoría sobre "El Gato Volador"
Y a ella le gusta la gasolina...
La Boca del Ello
Llego desde los jardines de Puck y reconozco que me sorprende no haber encontrado el camnino antes.
Me gusta este micro que juega con la irracionalidad infantil para darnos una lección de lógica pura.
Me quedo asomado a la ventana para volver.
Un saludo,
Es precioso ¡un par de alas para un lloroncete!.
Con traje de baño y alitas será un perfecto "sireno".
Un beso (hace tiempo que no venía... un abrazo también).
guauuuu, conmovedor!!! es precioso...
precioso, encantada de volver y leerte. un abrazo
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