domingo, 13 de noviembre de 2011

La despedida

Y nada más existió hasta el próximo tren...



Dicen en el pueblo que cuando les dieron a escoger entre el ferrocarril o el cinematógrafo no hubo duda: la única manera de que todos los habitantes de la villa tuviesen oportunidad de conocer mundo era la gran pantalla.

Martina, la hija del maestro, fue elegida como operadora. Nadie más tenía experiencia, y ella había asistido en varias ocasiones a las salas de la capital.

El sexto verano, durante el segundo pase de Los girasoles, el proyector se apagó para siempre. Martina fue incapaz de ver de nuevo a Mastroianni alejándose en aquel vagón.

Desde entonces, la han visto vagar por las tierras destinadas a la estación esperando un silbido de locomotora.

NiñoCactus

7 comentarios:

Miguelángel Flores dijo...

Qué cantidad de historia le das a ese pueblo, qué profundidad a esa Martina. Cuánta calidad en el relato para un concurso en el que no se sabe bien qué valoran.

Un saludo.

Rebeca Gonzalo dijo...

No sabía que era para un concurso. Me alegra haberte devuelto la visita. Veo que compartimos afición por la escritura... Te invito a que formes parte de nuestro foro literario (organizamos retos de poesía, microrrelatos y relatos breves). Te dejo la dirección por si te animas:
www.abracadabra-nuncajamas.com

Besotes.

Elysa dijo...

Que final más triste y que micro más cinematográfico y no lo digo solo por la mención a Los girasoles, es que se ve ese vagar de Martina.

Besitos

Bird dijo...

Martina. Martina!

Citizen_0 dijo...

Es mi pueblo ideal, donde los sentimientos nos llevan a decisiones que al final terminan en otros sentimientos también, extraordinarios. Esos trenes siempre se llevan algo de nosotros, incluso cuando no elegimos que formen parte de nuestro paisaje. Excelente imagen, me ha gustado mucho.

Un saludo.

Eduardo Rodríguez dijo...

Martina, parece Penélope de Joan Manuel Serrat... esperando en la Estación.

Maite dijo...

Me encanta, magnífica la ambientación y ese halo que las escenas cinematográficas dejan en nuestra retina son imborrables. Buenísimo intento.