Cielos, cómo brilla hoy el valle. Entrecerró los ojos para evitar que la claridad de la mañana lo cegase. Era tan hermoso. Parecía que un manto dorado hubiese cubierto todo y resplandeciese aún más. La idea se le clavó en el pecho desfigurando su rostro. El sueño le había hecho olvidar su desgracia durante unas horas y, levantándose de su fría cama, Midas lloró.
NiñoCactus
8 comentarios:
Me quedo con la hermosura...
Pobre Midas en el fondo un ser infeliz. Es bueno valorar lo que tenemos, aunque sea poco, aunque sea pobre es posible que seamos millonarios. Pasamos la mayoría del tiempo deseando más cosas en lugar de disfrutar de lo que tenemos.
Preciosa fábula, gracias por hacerme pensar
eso no era un sueño, era un recuerdo
:)
Que triste levantarte y -pese a amaneceres como ese, de brillantes; tan hermosos- la "desgracia" te haga llorar.
Un saludo, Niñocactus.
Estremecedor... y estremecedor... Gracias miles por tus visitas, y por la asiduidad y por las óperas, y los libros y por estar ahí. Un abrazo desde Almería.
Je,je.
Muy bueno.
(Comprenderás que yo, esta semana, no haya escrito nada con ese principio...
Y tal.)
Joven Cactus, este cuento es admirable. El auténtico sabor de las pesadillas. Lo peor es despertarse y ver que se trata de la realidad.
Muy bueno. Y angustiante pensar que no puede cambiar la realidad.
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