sábado, 16 de mayo de 2009

Macarrones

-¿No le regalarías también el collar de macarrones? ¡Jo, mamá!, si era mi preferido. Lo llevaba siempre con esta camiseta. Pues ahora ya no me la pondré nunca jamás –gritó Marina enrabietada dando una patada en el suelo.
-Toma. Te quedará mejor con estos pendientes de cereza –le dice su madre.
La niña sonríe, los coge sin pensarlo dos veces y sale corriendo a la calle. Minutos más tarde, mientras escupe el hueso de la última fruta roja que le queda, ya se ha olvidado del collar.

NiñoCactus

4 comentarios:

Atenea dijo...

Nadie se explicaba que del hueso que escupió Marina al suelo surgiera un cerezo de metal, que tenía como frutos tuercas de pendientes.

anis dijo...

Me encantan los pendientes de cerezas..mmm..y las cerezas!pero no los yogures ni caramelos de cereza
:S

Anónimo dijo...

Pendientes de cerezas!!
De pequeña, siempre que llegaba la época de las cerezas, lo primero que hacía cuando las veía en el frutero, era colocarme un par en cada oreja y salir disparada en busca de mi hermana porque sabía que le daba cosa... jejej...; entonces movía la cabeza de un lado a otro para que bailaran en mis orejas, y Adri cerraba los ojos y arrugaba la nariz pensando ... "¿pero cómo puede...?; el caso es que siempre acabábamos a carcajadas...; he de confesar que aún ahora cuando subo a casa y las veo en el frutero, todavía la persigo con cerezas en la orejas, porque todavía sigue cerrando los ojos y arrugando la nariz...
Momento mágico éste de las cerezas!!

Besiñoooss!!

P.D. De macarrones no, pero hubo un verano que nos hacíamos collares de sopa de estrellas... geniales

NiñoCactus dijo...

Atenea: pero las tuercas al horno estaban buenísimas...

Fantasmita: ¿Ni las piruletas de cereza? ¡Hala!

Besiños: Nosotros tostábamos las estrellas, unas quedaban más oscuras que otras, y los collares eran preciosos. Yo los hacía y se los regalaba a mis hermanas. Jeje. ¡Momento mágico, éste de las estrellas! Biquiños