lunes, 16 de junio de 2008

Sin Alas (Relato a una voz)

Perdone, no puedo dejarle ahí tirado. Ya lo siento, ya..., pero, ¿sabe?, tengo que barrer toda la calle y, bueno, sólo me queda este rincón. Si es para dormir le recomiendo el portal del número ocho ahora no vive nadie y estaría más resguardado. Además, allí no entran los perros y no huele a meados... [...]
Claro que le ayudo... A ver, deme la mano. Si quiere le invito a desayunar. Bueno, en cuanto haya terminado con este hueco, pero será cuestión de segundos. Vivo dos calles más allá, ¿sabe?, y no me gusta demasiado lo de tomarme el café solo. Bueno, solo de compañía, se entiende, porque el café cuanto más negro mejor... Como los ojos, ja, ja... [...]
Pero si aún no me he presentado. Menudos modales. Alejo Lantada..., bueno, José Alejo. Pero casi nadie sabe lo de José. Me lo pusieron porque nací el 19 de marzo, ¿sabe? O eso dice mi madre, aunque en le carné pone que el 4 de abril. Lo que pasó es que a mi padre se le olvidó inscribirme en el Registro. Bueno, no se le olvidó, pero celebró tanto el nacimiento de su primer hijo que la borrachera le duró hasta ese día... Y, bueno, ¿usted cómo se llama? [...]
Anda, como el chiquillo del practicante... ¿Sabe?, yo soy barrendero de vocación, y no hay muchos, no se vaya usted a creer... Es aquí, en el segundo. Cuando era niño el hombre que barría mi calle se pasaba el día silbando con una sonrisa en los ojos. Yo quería ser igual que él y, bueno, ya ve. ¿Usted a qué se dedica?, si no es mucho preguntar. [...]
¡Qué ocurrencia! Un ángel... Como si yo no supiese que los ángeles tienen alas y..., bueno, no andan durmiendo por la calle. ¿Azúcar? Aquí está. Yo no le echo, ¿sabe?, le mata el sabor. Y beba hombre, a ver si coge algo de calor que vaya una piel blanca y fría que se le ha quedado. [...]
No, no siempre viví solo. Yo no sé de muchas cosas, ¿sabe?, pero del amor menos. A veces es demasiado complicado, y no por el amor, no se vaya usted a creer, sino por el querer, bueno, por las cosas relacionadas con el querer. La última vez que oí su voz fue por teléfono y ya va para un año que espero otra llamada..., y no dejo de esperarla... ¡Qué casualidad!, seguro que es el Juan para la partida. Pero no se vaya, y póngase otra taza. ¿Está bueno, verdad? De Costa Rica... [...]
No se lo va a creer... ¿Sabe?, es como si hubiesen escuchado mi deseo. Pero, oiga, ¿dónde ha ido? Mira que marchar sin despedirse, ¿y todas estas plumas? Serán de dormir en la calle... Bueno, bueno, ¡qué casualidad!, ha llamado...

Niñocactus

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha emocionado...y esto de que se le salten a una las lagrimillas en el trabajo es complicado. Gracias por echarle una pizca de magia a mi mañana.
AnaCor

Anónimo dijo...

Me ha encantado tu relato....Ya me tienes enganchado a tu blog por los siglos de los siglos....La emocion que he sentido me ha calado hondo. Nos vemos.

Alberto dijo...

Me ha encantado tu relato Niñocactus!

Tenia ganas de releerte!

Un abrazo.

NiñoCactus dijo...

Que conste que la culpa de este cuento la tiene Alejo Lantada que empezó a hablar y a hablar... Porque el que yo había pensado era diferente (ya lo escribiré) y se titulaba "Con Alas". Qué cosas.
Ana: dos semanas son muchas semanas el lunes a más tardar...
Anónimo: me encanta que te encante
Alberto: Cuantísimo tiempo, una alegría verte
Besos y abrazos de cielo azul
Niñocactus