Como cada día, en cuanto el sol asomó perezoso por encima del edificio, comenzó a avanzar hacia él. Se deslizaba por la calle empedrada centímetro a centímetro, sin hacer el más mínimo ruido. Tan lenta era su progresión que ningún viandante notó su movimiento.
Sin embargo, como todos los días, a una hora cercana a las doce y veinticinco, estaba por fin a su lado. Con los brazos completamente extendidos. Invitándolo a fundirse con ella en un abrazo.
Sabía que era casi imposible, pero soñaba con que un día él abandonaría su actitud de indiferencia y aceptaría, por fin, su amor.
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4 comentarios:
Genial!
me encanta encontrar un nuevo amante de esa vida misteriosa que acontece por debajo de la corteza de 'realidad' que percibimos a primera vista
te remito a Chema Madoz, fotógrafo, poeta, rastreador de poesia... se te ponen los pelos de punta...
semáforo: ¿qué día es hoy? ¿qué día es mañana?
farola: te responderé con un abrazo
(versión libre de un tema del sr. chinarro)
Pues resulta que sí que había visto alguna fotografía suya suelta (sin saber nada del autor), pero con tu recomendación me he dado una vuelta por la web y son impresionantes. Me encanta Chema Madoz :p
Gracias!!
Pues me alegro. Siempre esta bien acercar a alguien a Chema. Échale un vistazo a Isidro Ferrer (otro estilo, pero lleno de poesía también)
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