lunes, 4 de febrero de 2008

Nueve estrellas (II)

En el pueblo de Vólverin no conocían la luz del sol.

Siempre se acostaban cuando empezaba a amanecer y se levantaban cuando el último rayo de luz ya había desaparecido. Ya nadie se acordaba muy bien de la razón que impulsaba tan extraño comportamiento, pero todos sabían que era su destino vivir así, que no podían romper con la costumbre. En Vólverin estaba completamente prohibido ver la luz del sol.

Por esta costumbre nocturna los habitantes de Vólverin eran los más afectados por la desaparición de las estrellas. Hacía mucho tiempo que la melancolía se había hecho la dueña de sus vidas. En Vólverin hacía meses que no se celebraba una fiesta, ni siquiera, como antaño, durante las noches de luna llena.

La otra rareza de este pueblo era que hasta él, nunca llegaba nadie.

Quizás fuera por eso, por no conocer a nadie del exterior, por lo que vivir de noche les parecía lo más normal del mundo.

En Vólverin los animales de compañía no eran perros sino topos y, en vez de canarios, guardaban pequeñas lechuzas en enormes jaulas de metal. Se cultivaban muchos cereales y campos de girasol, aunque nadie allí sabía que estos, durante el día, giraban su cuello siguiendo al sol.

O casi nadie.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

ME ENCANTAS, JUANILLO!!!!!

Anónimo dijo...

http://piesrojos.blogia.com/

Alberto dijo...

Un saludo!
;-)

Ning1 dijo...

¡Hola anónima!

A ver si hay suerte y te gusta lo que estoy escribiendo con esas nueve estrellas que, en realidad, te pertenecen un poquito.

¡Saludetes a ambos!