domingo, 23 de enero de 2011

Quehaceres

Todo el mundo sabía que era una mujer bala por su forma de arrojarse hacia la caja del supermercado. No podía remediarlo. Además, a ella siempre le correspondía hacer la compra. Por su parte, Andrea, el funambulista, se encargaba de tender la colada entre los postes de la luz. Cada cual tenía su tarea. La comida la preparaban entre Dimitri, el lanzacuchillos, pues nadie pelaba patatas como él, y Katia, la tragafuegos, que disponía las brasas en un instante. El único que no estaba contento con su ocupación era Marcel, el escapista, a quien le tocaba declararse culpable cada vez que alguno del circo se metía en un lío.

NiñoCactus

jueves, 20 de enero de 2011

Parábola de la semilla

Una semilla en esta tierra desolada hizo brotar un arbolito en mitad de la polvareda. Entonces, llegó el realista con su hacha de talar imposibles.

- No es factible que algo crezca en este lugar.

Y mientras levantaba el arma para asestar el primer golpe, apareció el soñador cargado con abono de esperanza.

-¡Para! –gritó-. Este árbol alcanzará el cielo, y dará semillas de todas las especies, convirtiendo este paraje en un paraíso.

-Estás equivocado y lo sabes – respondió el realista dando media vuelta.

Allí quedó el soñador preguntándose qué es más que el paraíso. Pues es sabido que en los sueños se yerra por defecto, y nunca por exceso.

NiñoCactus

viernes, 14 de enero de 2011

Sacrificios

Nadie, en varios kilómetros a la redonda, sabría decir su nombre.

Sentado en el asiento trasero de un taxi, con una molesta pieza metálica clavándose en su espalda, pensaba que era mejor así. Confiaba en su voluntad, pero sabía que encontrarse hoy una cara conocida haría todo mucho más difícil.

Prefería evitar remordimientos. Por eso, aún a sabiendas de que ese sería el último día de su vida, prefería encontrarse en esta tierra de infieles.

Al llegar al aeropuerto pagó el trayecto. No le importó dejar la vuelta del billete de 50 euros a un asombrado taxista que quizás, equivocadamente, pensó que ese iba a ser su día de suerte.

jueves, 6 de enero de 2011

Dando Luz

Una tarde, durante uno de sus paseos por los campos de nubes recién segados, Jairo encontró al Sol secándose las lágrimas con el jirón de un cirro.

-¿Por qué lloras? –le preguntó el pequeño.

-Porque hace días que escucho a una avecilla cantar cada mañana a las estrellas; y yo, a pesar de todo mi poder, jamás podré ver a ninguna.

El Niño se quedó pensativo. Deseaba encontrar una solución para devolverle la sonrisa.

-¿Sabes? –dijo al fin-, justo ayer me tropecé con una pequeña estrella lamentándose porque jamás podrá verte. Y en su sollozo, dejaba escapar diminutas gotas de luz que se convertían en cristal al llegar al suelo. –Jairo metió una mano en el bolsillo para sacar su saquito de canicas-. Aquí está, aquí tienes a tu estrella.

El Sol no podía creerlo, tomó las esferas de cristal entre sus manos y le dio las gracias al Niño.

-Ten –le respondió-, te devuelvo tu saquito lleno de mis mejores rayos para que busques a la estrella y se los entregues. Así ella tampoco estará triste nunca más.

Desde ese momento, Jairo Aníbal Niño, utilizó todos aquellos destellos para escribir historias que iluminasen al mundo.

NiñoCactus

Cumplimos 4 añitos recordando a un gran Escritor

Usted
Usted
que es una persona adulta
- y por lo tanto-
sensata, madura, razonable,
con una gran experiencia
y que sabe muchas cosas,
¿qué quiere ser cuando sea niño?

Jairo