lunes, 19 de diciembre de 2011

La felicidad entre las manos

–Yo la abrazaré bien fuerte y me la llevaré conmigo. –Así es como Ernesto se imagina la felicidad: como algo tangible que se puede agarrar con las dos manos y, una vez aferrada, sólo se escapa si uno la suelta.

–¿Qué pasa, Ernesto? –le preguntan los del pueblo para burlarse­–. ¿Ya no dices nada? No será que la has encontrado.

Pero él no responde, hace tiempo que dejó de hacerlo. Ahora sonríe mientras mantiene siempre uno de sus puños cerrado.

Navidad y otros negocios

Centro Gestor de Fábricas de Juguetes. Sala de juntas.

-¡Una catástrofe! La venta de juguetes cayó estrepitosamente durante el primer semestre del año...

-...Y la Campaña de Navidad se presenta desoladora.

-Si al menos no hubieran vetado nuestras propuestas desde la Organización para el Control de la Natalidad, podríamos estar tomando medidas para resolver la crisis a medio plazo.

-Sí. Ya estoy harto de fomentar los celos mediante publicidad subliminal. Los resultados son mediocres...

-Augusto todavía tiene contactos...

-...Y nosotros una lista de matrimonios diana. (Acercándole la carpeta y el teléfono).

-Pero sabéis que no aceptarán. Estas parejas están a punto de divorciarse.

-Sin embargo ellos no lo saben. Hemos retrasado el envío de la información y no dispondrán de los datos hasta dentro de dos semanas.

-De acuerdo. Intentaré que les adjudiquen la partida de cigüeñas del lunes.

-Sonríe, hombre. Los niños te lo agradecerán. Tendrán el doble de regalos sin necesidad de esforzarse apenas.

NiñoCactus

jueves, 8 de diciembre de 2011

Conflicto de intereses


El pie izquierdo no me quiere hacer ni caso. Como si fuese culpa mía no haber vuelto a casa de Esther. Desde entonces se obceca continuamente en dirigirse hacia allí. Patalea, se aferra a las baldosas y, al final, acabo sentado en la acera intentando hacerle entrar en razón.

Ayer no pude aguantarlo más. Le dejé hacer. Pensaba que ella se enfadaría al encontrarme sin embargo se abalanzó sobre mí y me besó desenfrenadamente, mientras su tacón hacía añicos mi empeine izquierdo.

Ahora no sé qué hacer. Mi pie no quiere volver a verla, pero mis labios se niegan a hablar si no es en su presencia.


NiñoCactus

Dibujo del soñador Juan Luis López

Sueños de neón

El pie izquierdo no me quiere hacer ni caso desde que abandoné las clases de danza. En realidad no fue idea mía sino del profesor de la academia, quien me exhortó a no malgastar más el tiempo.

­–Pareces un trozo de plástico rígido ­­­–mascullaba al verme bailar.

Pero ante la insistencia de mi extremidad inferior, decidí buscar otro maestro capaz de sacar lo mejor de mí.

Hoy, tras años de preparación, presento mi espectáculo ante el gran público. Mi pie izquierdo comienza el número con movimientos elegantes y precisos que pronto arrancan los aplausos de los asistentes, mientras yo, inmóvil en una silla, intento no estorbar.
NiñoCactus