miércoles, 23 de abril de 2008

Carmen

Siempre tiene las ventanas abiertas. No importa que haga sol o que haga lluvia, no importa que el frío duela en las orejas o que el viento cierre las puertas mientras juega. De hecho, esos son sus días preferidos, aquellos en los que el aire lo mueve todo y arranca las hojas muertas de los árboles, y hace bailar las bolsas de plástico, y desordena los papeles de la mesa…

A mi vecina, Carmen, un día se le escaparon todas las risas de golpe. No recuerda si salieron por la puerta sin despedirse o si se las tragó el sumidero de la cocina. El caso es que ahora es mayor y está sola, y ya no se le acumulan alegrías debajo de los radiadores, ni cubriendo los libros del mueble, ya no caen dentro de la sopa ni se pegan en el espejo de la habitación.

Por eso me grita que ventile. Lo grita a través del patio cada nuevo día: Abra las ventanas… Luego se sienta y espera a que un soplo de viento arrastre alguna risa hasta su casa. Una tan sólo, aunque sea pequeñita, que le haga sonreír.

Niñocactus

jueves, 17 de abril de 2008

Foto cuento 2

La piedra del suelo soñaba con ser catedral.

En los días de lluvia era feliz.


martes, 15 de abril de 2008

Foto cuento

Oliendo el olor a costa, con el cuerpo cubierto por el salitre, el niño sonreía al recordar la ignorancia de su profesor, que afirmaba, con total seguridad, que el agua era una sustancia inodora, insípida e….


incolora.


jueves, 10 de abril de 2008

Tiempo III

No funcionó.

Él la amaba tan lentamente que ella no se daba cuenta. Era una adoración silenciosa de miradas en vela y caricias pausadas. Una querencia de tardes de domingo y jirones de delantal...

Por el contrario, ella lo amaba rápido. Tanto, que él apenas percibía un leve rastro con gusto a regaliz. Su querer era intenso, fugaz, y lo cegaba dejando una sombra en la retina que se dibujaba al cerrar los ojos...

En ese cruce de quietud y prisa, los besos nunca se encontraban, las palabras bailaban desacompasadas... Y un amor quedó esperando mientras el otro pasaba veloz.


NiñoCactus

Cuestión de suerte

Una vez se escondió un as en mi manga sin que yo me diese cuenta... Lo supe cuando encontré un trozo de cartón arrugado al sacar la camisa de la lavadora... Sólo un día me pregunté qué habría ocurrido si lo hubiese utilizado, y ninguna respuesta mejoraba lo vivido...
Niñocactus

viernes, 4 de abril de 2008

Palabras sagradas

El escritor amaba las palabras. Por eso nunca borraba ninguna, tampoco lo hacía con las letras. Todas eran sagradas para él, le seducía esa extraña magia que le permitía poner sobre un papel todo lo que pasaba por su mente y por su corazón. Sabía que eran ellas las que configuraban su pensamiento, sus sentimientos. Para él, borrarlas, hubiera supuesto eliminar una parte de lo que era.

Sin embargo a veces se equivocaba eligiéndolas. Otras veces eran sus dedos los que tropezaban con la tecla equivocada. Durante las correcciones finales se veía obligado a cambiar mayúsculas por minúsculas, o unas formas verbales por otras. Fiel a sus sentimientos, en esos casos, en vez de eliminarlas, las cogía, y con todo el cuidado de que era capaz, las depositaba al final de la página. Luego les pedía disculpas por no haberlas sabido encontrar su lugar y les prometía, que en el siguiente cuento, serían las primeras en aparecer.

A ellas, claro, no les quedaba más remedio que esperar.




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