miércoles, 9 de marzo de 2011

Adiós

Con este amargor tan extraño me voy. Agito la mano y observo la calle aunque nadie acudió a verme partir. Tampoco dije nada. Detesto las despedidas, ese silencio inoportuno alargándose sin razón aparente. Aguardo inmóvil un segundo más. Luego, doy media vuelta y echo a correr con una urgencia repentina que no alcanzo a explicar... Aún no comprendo cuándo mi marcha se convirtió en huida.

NiñoCactus

3 comentarios:

Rosa dijo...

Es muy triste partir sin nadie que te despida y espere con ansiedad tu vuelta.

el iosu dijo...

es el inconveniente de ser un niño invisible
un abrazo

Elchiado dijo...

a veces sólo se puede huir... aunque no se sepa de qué

abrazo capaz de atraparle!!