Poco a poco, sobre el fondo azul del cielo, se fue condensando un pequeña nube blanca que la brisa de la tarde acabó arrastrando tras los edificios de la avenida. Las sombras se alargaron, cubrieron todo el suelo y se transformaron al encenderse las farolas. El aviso del cierre del parque despertó del ensueño a los dos jóvenes quienes, acompasadas las respiraciones, habían permanecido en silencio durante horas. Al mirarse nuevamente a los ojos comprendieron que la eternidad no sería suficiente.
Niñocactus
7 comentarios:
ohhhhhhhhhhh,me suena me suena jejejeje a algo vivido
a veces pienso en esos momentos en los que pararía el tiempo, en los que no quieres que se acaben.
Adoro esos momentos.
Hay momentos en que los silencios se hacen eternos, y otros que pasan volando y desearías que fueran infinitos...jejeje!
Y a veces sólo arañarías un segundo más... Gracias por los comentarios.
Niñocactus
¿y se regalaron la vida el uno al otro? ¿se prometieron más allá de la muerte?
(haces que termine tus cuentos con un gran suspiro y un silencio Eterno), GENIAL
a veces creo haber vivido tantas eternidades...un chas y volaron...tus cuentos me las recuperan.
cesarcor
NiñoTelmo, que sepa que yo soy un gran suspirador...
Se regalaron la vida sin promesas y, a veces, les entra el miedo de que haya un chas y vuele todo...
Gracias César, siempre tienes palabras hermosas. Un placer seguir compartiendo tu sonrisa un año más
Abrazos alargados
Niñocactus
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