Y al otro lado de la ventana,
nada de nada, la vida permanecía inmóvil desde que mi abuela escondió al tiempo
en el reloj de la cocina. Lo encontró el jueves, acurrucado, mientras podaba
los rosales. Le daba miedo continuar su curso...
–Voy a ser el peor tiempo de la
Historia –repetía–. Menuda responsabilidad.
Y mi abuela tan tranquila, venga
a cocinarle platos de abuela y a cantarle canciones antiguas.
Una mañana se levantó temprano y
comenzó a preparar sus natillas especiales. La casa olía tan bien que hasta el
tiempo metió prisa al segundero para enfriarlas más rápido.
Esa tarde me sorprendí al
escuchar de nuevo el ruido de la ciudad. Todo volvía a ser como antes, sí, pero
con un ligero toque de vainilla y canela.
NiñoCactus
9 comentarios:
Me ha encantado. Es admirable la sensibilidad con la que tratas los problemas, la incertidumbre, el paso del tiempo... Hasta el tiempo se apena de lo que sucede a su alrededor, de lo mal que están las cosas. Para terminar con tu toque optimista; con ese ligero olor a vainilla y canela...
Enhorabuena.
Un saludo, NiñoCatus
Ummmmmm natillas caseras para arreglar problemas, una buena receta.
Es un gusto leerte.
Besos desde el aire
mmm... y con galletas ablandadas por las natillas
Esas natillas con un ligero toque de vainilla y canel lo acaban arreglando todo y aún mejor.
Me gustó
Besitos
No hay nada que no pueda arreglarse con un buen tazón de natillas de la abuela...
Genial, NiñoCactus!
Hola otra vez, Niño! Te he dejado una preguntita en mi rincón, si te apetece contestarla, pásate, estas invitado.
Vaya, me ha encantado!! *_*
Besos, me quedo por aquí.
ainssss.... qué tierno!... la música súperbien elgida para leerte. Me voy a ir asomando a tu ventana, niño.
María José.
Qué alegria volver a tu acogedor rincón y encontrar aroma a natilla y canela en tus letras. Un abrazo, espero que estés bien.
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