Cuando, como cada tarde, regrese su padre, Tomás se hallará en la ventana calculando si el sol desciende más rápido que de costumbre, exhausto de su lucha contra la noche. Últimamente le nota más cansado. Al escuchar el forcejeo de la cerradura sale corriendo para abrazar a su padre. Toca cosquillas y contagiarle su risa.
–¿Hubo suerte? –pregunta madre.
–Hoy tampoco.
Silencio.
Tomás sabe que las cosas no van bien, aunque no se lo cuenten, pero se duerme seguro de que su padre volverá a levantarse con energía suficiente para salir a la calle. Del sol no lo tiene tan claro.
NiñoCactus
6 comentarios:
Apuesta segura. El padre. Más que el sol. Tomás tardará en saber que hay cosas que son seguras, pero son las menos.
Me ha gustado.
Un saludo
Genial, NIñocactus, GRACIAS, me ha encantado y me ha traído muy buenos recuerdos.
De lo de mi pregunta, me alegra que te haya dado una idea, un honor! Y tranquilo, no hay ninguna prisa!! Gracias por participar. Besos... de dieta que quisieran ser de chocolate.
La fe inquibrantable de un niño en su padre. Genial.
¿El relato va dirigido a Tomás o a su padre? Ester
Eso es puro amor y tú lo has "pintado" de maravilla.
Besitos
Hay una edad en la que tus padres estan por encima de todo, son la fuerza del universo. Qué pena cuando vas creciendo...
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