Padre dio cinco pasos hasta el centro de la nueva cocina. Lo hizo despacio, de manera casi solemne. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Era imposible no contarlos, igual que es imposible escuchar las campanadas sin enumerar mentalmente cada tañido. Madre y yo le observábamos desde la puerta.
-Es preciosa –dijo ella.
-No está mal –respondió él-. Aquí es donde ha acabado el dinero de mi abono de fútbol. Ya podemos amortizarla.
Sacó el carné de la billetera y, con un guiño, me lo lanzó.
-¿Has visto el suelo? ¡Cómo brilla! Parece una pista de baile-. No recuerdo quién pronunció esas palabras. Quizás fueron los dos.
Entonces madre caminó hasta pararse justo delante de él. Seis pasos. Nunca antes había visto besarse como en las películas. Fue la primera vez. Me quedé mirándolos, inmóvil. Era bonito.
Esa noche, mientras yo dormía, bailaron a la luz del frigorífico. No había música y, sin embargo, sus pies llevaban el mismo ritmo. Allí, dentro de su cabeza, en su mirada, sonaba una canción que nadie más podía escuchar, sólo ellos dos. Eso era su amor: una melodía que únicamente ellos eran capaces de oír y entonar. Y si cualquier otro hubiese intentado cantarla, habría sonado desafinada. Imagínense la escena. Una cocina completamente en silencio, y dos personas bailando en medio con un mismo compás de movimientos y caricias. Y la puerta del frigorífico entreabierta.
A la mañana siguiente, madre limpió la escarcha que se había formado en el fondo de la nevera.
NiñoCactus
16 comentarios:
Me parece de una belleza tan sencilla que hay que leerlo dos veces para asegurarse de que no tratas de engañarnos.
Precioso. Eso es amor y lo demás tonterías.
Saludillos
ME ENCANTAAAAA...!!!
tengo un poco de escarcha en el corazón...
he recordado la escena de "Los puentes de Madisson" en la que ellos bailan en la cocina...
un abrazo recubierto de escarcha para tí...
qué suerte tuvieron de encontrarse :)
Inspirador. Hermoso. Rezuma delicadeza.
El amor está en todos lados, lo viste muy bien en una escena como la que describiste. Me encantó tu manera de describirlo.
Un saludo
Ains...... (suspiro...)!!
Perdón, pero estoy llorando acabo de ver a mis padres en tu relato.Gracias por traerles a mi recuerdo...
Besos de baile desde el aire
¡Qué hermoso!!!!!!!!!!!
Besitos
Sigo diciendo que de lo que más me gusta de tu blog es esa perfecta síntesis de la música que suena y tu cuidada escritura. =)
---Être et Durer---
Te has lucido... Es buenísimo.
Imagino a mis padres así y me emociono...
Felicidades !!
Un relato encantador Alberto, nos trasladas a la pista de baile despacio y nos dejas con la sensación de estar observando a escondidas. Enhorabuena y abrazos
Nunca había visto un frigorífico como una fuente de luz pero...está visto que las cosas pueden cambiar y cambiar a mejor y para siempre.
Bailando están mis ojos sobre tus líneas.
Besos...
y besos.
Excelente texto, representa de una forma magnífica la excelencia del amor. Principalmente de un amor de tres, pues muchos creen que luego de tener un niño, el amor se acaba.
Un abrazo.
Qué hermoso texto, una gran definición del amor: "una melodía que únicamente ellos eran capaces de oír y entonar".
Me pareció muy poética la imagen de la luz de la nevera abierta, pensé en que se escapaba por ahí el frío... Y tu me llevaste a la realidad cotidiana de la escarcha que se había formado. Una perfecta combinación de realidad y romanticismo.
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