jueves, 28 de julio de 2011

Al compás de la música

Padre dio cinco pasos hasta el centro de la nueva cocina. Lo hizo despacio, de manera casi solemne. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Era imposible no contarlos, igual que es imposible escuchar las campanadas sin enumerar mentalmente cada tañido. Madre y yo le observábamos desde la puerta.

-Es preciosa –dijo ella.

-No está mal –respondió él-. Aquí es donde ha acabado el dinero de mi abono de fútbol. Ya podemos amortizarla.

Sacó el carné de la billetera y, con un guiño, me lo lanzó.

-¿Has visto el suelo? ¡Cómo brilla! Parece una pista de baile-. No recuerdo quién pronunció esas palabras. Quizás fueron los dos.

Entonces madre caminó hasta pararse justo delante de él. Seis pasos. Nunca antes había visto besarse como en las películas. Fue la primera vez. Me quedé mirándolos, inmóvil. Era bonito.

Esa noche, mientras yo dormía, bailaron a la luz del frigorífico. No había música y, sin embargo, sus pies llevaban el mismo ritmo. Allí, dentro de su cabeza, en su mirada, sonaba una canción que nadie más podía escuchar, sólo ellos dos. Eso era su amor: una melodía que únicamente ellos eran capaces de oír y entonar. Y si cualquier otro hubiese intentado cantarla, habría sonado desafinada. Imagínense la escena. Una cocina completamente en silencio, y dos personas bailando en medio con un mismo compás de movimientos y caricias. Y la puerta del frigorífico entreabierta.

A la mañana siguiente, madre limpió la escarcha que se había formado en el fondo de la nevera.

NiñoCactus

16 comentarios:

F dijo...

Me parece de una belleza tan sencilla que hay que leerlo dos veces para asegurarse de que no tratas de engañarnos.

Puck dijo...

Precioso. Eso es amor y lo demás tonterías.
Saludillos

Anónimo dijo...

ME ENCANTAAAAA...!!!
tengo un poco de escarcha en el corazón...
he recordado la escena de "Los puentes de Madisson" en la que ellos bailan en la cocina...
un abrazo recubierto de escarcha para tí...

anis dijo...

qué suerte tuvieron de encontrarse :)

montse dijo...

Inspirador. Hermoso. Rezuma delicadeza.

Citizen_0 dijo...

El amor está en todos lados, lo viste muy bien en una escena como la que describiste. Me encantó tu manera de describirlo.

Un saludo

Unknown dijo...

Ains...... (suspiro...)!!

Rosa dijo...

Perdón, pero estoy llorando acabo de ver a mis padres en tu relato.Gracias por traerles a mi recuerdo...

Besos de baile desde el aire

Elysa dijo...

¡Qué hermoso!!!!!!!!!!!

Besitos

Gato dijo...

Sigo diciendo que de lo que más me gusta de tu blog es esa perfecta síntesis de la música que suena y tu cuidada escritura. =)

---Être et Durer---

Jorge Solana dijo...

Te has lucido... Es buenísimo.
Imagino a mis padres así y me emociono...
Felicidades !!

Rocío Romero dijo...

Un relato encantador Alberto, nos trasladas a la pista de baile despacio y nos dejas con la sensación de estar observando a escondidas. Enhorabuena y abrazos

Luisa Hurtado González dijo...

Nunca había visto un frigorífico como una fuente de luz pero...está visto que las cosas pueden cambiar y cambiar a mejor y para siempre.

Sol en las alturas dijo...

Bailando están mis ojos sobre tus líneas.

Besos...
y besos.

Humberto Dib dijo...

Excelente texto, representa de una forma magnífica la excelencia del amor. Principalmente de un amor de tres, pues muchos creen que luego de tener un niño, el amor se acaba.
Un abrazo.

puri.menaya dijo...

Qué hermoso texto, una gran definición del amor: "una melodía que únicamente ellos eran capaces de oír y entonar".
Me pareció muy poética la imagen de la luz de la nevera abierta, pensé en que se escapaba por ahí el frío... Y tu me llevaste a la realidad cotidiana de la escarcha que se había formado. Una perfecta combinación de realidad y romanticismo.