Entonces reconocí la mirada de la fotografía. Fue un instante, un pequeño destello, como una suerte de electricidad que hace que la bombilla vuelva a lucir unos segundos y después se pierde o se agota, no lo sé. Quizás es el pequeño filamento de la lamparilla el que se rompe. Es esa mirada, que ahora no soy capaz de recordar, la que me salva y me llena de un antiguo calor ya olvidado. Después, la persona que sostiene la imagen entre sus manos me pregunta: “¿Quién es? Vamos..., ¿es que no se acuerda de la abuela?”
NiñoCactus
NiñoCactus
8 comentarios:
Bellísima estampa, tan tierna, tan desbordante de afecto... La lectura me ha hecho recuperar de mi memoria las últimas conversaciones con mi abuela. Es increíble tu capacidad para transmitir tanto en tan pocas palabras. ¡Sencillamente excelente! Me encanta :-)
Los ojos se nublaron de niebla. Los cerré tan fuerte que pude ver relámpagos en la oscuridad de mis ojos. ¿Quién es? Necesito saberlo, necesito encontrar el calor en mi corazón. Al abrirlos ya no había nadie a mi lado, miré al infinito y ya no me acordé de nada más.
Como siempre mágico. Besos
Interesante al principio, profundo en el medio y sencillo al final. Me ha gustado.
El de la próxima semana no pude enviarlo y mira que me gustaba el comienzo, eh! pero...
Haber si tienes suerte tú.
Un saludo.
muchas gracias, un abrazo y buenn comienzo de semana. Me gustó leer este post fotográfico
Pero qué cosas más bonitas escribe usted, niñocactus!!!
me ha puesto triste
:S
Anónimo: la suerte de disfrutar de los abuelos es todo un regalo.
Atenea: qué extraña la mente. Le deseo un infinito lleno de recuerdos.
Mª Carmen: muchísimas gracias por su comentario. Un análisis precioso para un cuento tan diminuto.
Gonzalo: jeje, este año no hubo suerte; el año que volveremos a intentarlo.
Mónica: mil abrazos para usted.
Belula: ;D
Fantasma: ahora mismo le envío mil sonrisas.
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