El abuelo Tomás decía que cuando uno respira el polvo del
carbón durante un año, se le queda la mina adentro para siempre.
–La sangre se te vuelve negra –aseguraba–, pero no todos son
capaces de verlo. –Por eso quería que yo trabajase en otra cosa, que pudiese
elegir mi destino.
El abuelo Tomás me contaba las verdades sin tapujos.
–Los niños saben entender las cosas como son. –Y se enfadaba
cuando le hacían callar aludiendo a mi presencia.
Al abuelo Tomás le gustaba la oscuridad, y sabía ver a través
de la negrura de la noche. Luego, durante el desayuno, me desvelaba las
historias que allí ocurrían.
Nunca me mintió, de eso estoy seguro, pero sí se calló
alguna verdad. Como cuando mi madre se cortó mientras cocinaba, y de la herida
brotó un líquido negro, brillante.
Yo le interrogué con los ojos, sin embargo él no dijo nada.
Tan solo arrugó la frente al confirmar que yo llevaba el pozo ya dentro.
NiñoCactus
9 comentarios:
Fantástico, NiñoCactus. Qué gran aportación ese rayito brillante en toda esta historia tan negra.
Un abrazo
Emotivo y fantástico tu micro. Los abuelos saben muchas cosas...
Has jugado estratégicamente con el negro, distribuyendo color al contenido, como quien teje una red atrapando al lector en la propia mina.
Un abrazo, NiñoCáctus
Los mineros nos enseñan el camino de lo que debiéramos hacer todos. Luchar para que los de arriba nos hagan caso.
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Un mensaje entrañable, un canto a la sabiduría de los abuelos sobre un fondo negro de demandas negadas de antemano. Saltos y brincos Ester
Una reivindicación de los abuelos y una profunda refexión sobre la dureza de la mina, me ha gustado mucho.
Precioso escrito y con un buen mensaje. Me ha encantado tu blog sin duda volveré
Besos!
Qué bueno, Niño. Me encantó.
Ay, que triste que el carbón sea tan negro.
NiñoCactus, estoy contigo, para la próxima nos tomamos un café. Quién sabe, lo mismo incluso hablamos y no lo sabemos! :)
Un abrazo
Muy emotivo y directo a la historia.
Besitos
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