domingo, 15 de mayo de 2011

Lo increíble de lo increíble



La madeja, enredada con todo, voló libremente sobre la montaña cuando fue hacia el lugar de la historia. Entonces, sintió necesidad y quiso estornudar:¡Achis!
Desmelenada, rodó hasta el dinosaurio.


(Relato creado, palabra a palabra, por los reunidos en la Megaquedada microrrelatista. Fue un encuentro inolvidable: gracias a todos).

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí, fue inolvidable. Y este micro lleva camino de convertirse en el nuevo dinosaurio.
Gracias por la peli.

Rosa dijo...

Es lo que tiene la primavera... ¡Achis!
Buena reunión... de palabras.
Saludos desde el aire.

Rocío Romero dijo...

Alberto, me encantó mi regalo ;-) y fue un placer conocerte. ¿Dónde me había metido yo en la foto de grupo? siempre a destiempo, ay!
A ver si subo mis fotos después.
Besos

Manuel dijo...

Estupendo conoceros.

Torcuato dijo...

Fue una maravilla.
Encantado, Alberto.
Un abrazo.

Susana Pérez dijo...

Sí que fue un día muy bonito.

No tuve ocasión de cruzar palabra contigo, una pena y una excusa para que haya otra vez.

Besos

Miguel dijo...

Encantado de haberte conocido. Creo que las carreras que te echaste para llegar a tiempo merecieron la pena.

Sigue aprovechando las historias que suergen en tu trabajo, no tienen desperdicio.

Un abrazo

Elchiado dijo...

Le envidio, señor-Niño, con sana envidia, ya sabe... creo que hubo muchas risas allí, en las tres rosas amarillas...

un abrazo de dinosaurio

Puck dijo...

Fue genial. Además, creo que no te lo dije, pero desde que vi el título de tu blog hace tiempo me encantó como final de un cuento y gracias a este encuentro tuve la posibilidad de robártelo jeje, espero que no te importase :-)
Saludillos virtuales post-reales

Sara Nieto dijo...

Un día perfecto, inolvidable. Fue un gusto ponerte cara y que sepas que las espinas sólo las tiene tu nombre, no tú.

Besitos

Anita Dinamita dijo...

Alberto ha sido un placer compartir contigo este día, tu sonrisa es mágica y me encantó comprobarlo, y como dicen por aquí, no tienes pinchos.
Un gran abrazo