Niñoviento descansaba en las ramas de Viejorroble. – Quisiera tener la fuerza del huracán y la suavidad de la brisa. Respondió el árbol. – Sé el grito del amor que es el susurro que acaricia.
Niñocactus
4 comentarios:
Anónimo
dijo...
... y él nunca quiso ser árbol, sino viento... Sin que salgan más palabras otra vez...
4 comentarios:
... y él nunca quiso ser árbol, sino viento...
Sin que salgan más palabras otra vez...
Besiños.
precioso... como un amor susurrado a voces...
un saludo!
Besiños: ... y nada más que viento.
Una chica cualquiera: como una voz susurrando al amor.
Niñocactus
(Este fue de los primeros cuentecillos)
Que lindo....me llego a lo más profundo...
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