miércoles, 20 de noviembre de 2013

El «matacabras»

Cuando había viento del norte, los oídos dolían al entrar las palabras congeladas. Por eso la gente de la montaña prefería callar. Si soplaba el «matacabras», era mejor guardar los termómetros, o no volverían a subir; las gallinas ponían huevos vacíos porque no tenían calor suficiente para empollarlos; y el suelo se cerraba resguardando las semillas, que crecían hacia dentro. A veces, semanas después, se podía encontrar una flor oculta al remover la tierra. Entonces, se olvidaban los días silenciosos.

NiñoCactus

2 comentarios:

Miguelángel Flores dijo...

Después de todas las catástrofes, siempre hay un principio, otro. Qué gusto, NiñoC.
Un abrazo.

Ester dijo...

Es como algunas personas que se imbuyen de si mismas y viven en el ostracismo hasta que…
Un abrazo