jueves, 15 de octubre de 2009

La Vida Nueva

Deseaba tanto un cambio de vida que, al recibir el mail de la directora de Recursos Humanos confirmando mi nombramiento como jefe del proyecto de investigación LAE, estuve a punto de gritar de alegría. Contaba con dos semanas para incorporarme a mi nuevo puesto. Nueva ciudad, nueva casa, nuevos compañeros..., justo lo que necesitaba: salir de la monotonía y la indiferencia en las que me había instalado. Llevaba un par de años sin levantar cabeza. Me encontraba cansado de todo, hasta de mí mismo. Ansiaba ser diferente.

Pensé en no llevarme nada, marchar sólo con lo imprescindible. Me lo podía permitir. Iba a cobrar casi el doble de mi sueldo actual, y el incentivo por traslado que me habían ofrecido era muy generoso. Sin embargo pudo la nostalgia. Tampoco era cuestión de borrar el pasado, y tenía recuerdos que me apetecía conservar. Por otro lado, desde un punto de vista más pragmático, me suponía un ahorro de tiempo en compras.

Decidí buscar una empresa que se encargara de toda la mudanza. Me negaba a pasar varios días embalando mis pertenencias. Encontré lo que buscaba en un anuncio del periódico: “Hacemos posibles los cambios. Portes Alquimia”. Nunca me había fijado en que este tipo de servicios se publicasen en los diarios, y menos aún ocupando toda una página.

En dos días estaba todo dispuesto. Yo me había dedicado a buscar piso para alquilar, y había encontrado uno en pleno centro y a un precio excelente. Sólo quedaba recolocar las cosas, así que comencé a desempaquetar cajas. Llevaba cuatro abiertas y en ninguna de ellas había encontrado nada que me perteneciese. ¡No me lo podía creer!, se habían confundido durante el traslado. Necesitaba refrescarme un poco, tal vez así se me pasase el enfado. Entonces me di cuenta del error: todo estaba en orden. Era yo, reflejado como un extraño en el espejo, el que no era el mismo.

NiñoCactus

10 comentarios:

Mónica dijo...

Las mudanzas con sus sorpresas, te felicito por los cambios. Un abrazo y bienvenido. Me alegra leerte.

Atenea dijo...

¡!Qué maravilla! Hacia mucho que nadie me sorprendía. Muchos besos

:) Me encanta la empresa de mudanzas.

depeapa dijo...

Guapo...
Vendí todos los muñequillos a un par de tiendas de Madrid.
Me dió recuerdos cibernéticos tu amiga, que se hicieron con varios broches de madera.
Ah! Y me sacaron una foto contra mi voluntad...jeje!

belula dijo...

Mudanzas, cambios, nuevos rumbos...dónde nos llevará todo esto?. Lo bueno es que ya no me siento un pájaro enjaulado...aysss

Der Kleine Zürcher dijo...

¡Es genial! ¡Eres genial! ;-)

Tu historia me ha recordado a una novela de Orhan Pamuk con el mismo título. Te la recomiendo

He experimentado tantas veces eso mismo sobre lo que escribes... que hasta me da un poco de vértigo verme reflejado en el espejo de tus palabras.

Ahora siento que me gustaría poder empaquetar todas mis pertenencias e irme lejos, muy lejos... aunque quizás no necesite marcharme para que una vida nueva comience...

¡Ay! Creo que para ser domingo por la mañana me he levantado demasiado transcendental...

Pero lo que importa: tu historia ¡buenísima!

Un abrazo "madrileño"

Citopensis dijo...

Mudanzas (más coincidencias).

Un mundo eso de cambiar de mundo.

Y tal.

Mercedes De La Jara dijo...

Niño, usted me deja sin palabras...

Le dejo un gran silencio entonces...

:)

eulaliacornejo dijo...

maravilloso relato!!

abrazos,
lali

anis dijo...

madre mía! cosas nuevas!
mencantan los cambios
y despues de las mudanzas cuando tus cosas parecen otras nuevas.
:)

puri.menaya dijo...

¿tanto le hizo cambiar la mudanza que no se reconocía en sus propias cosas? Esto es más bien un caso de amnesia... O de que no quería verse a sí mismo.