En la puerta había una gorra negra, la misma que llevaba el día en que nos conocimos. La colgaba del picaporte del cuarto para que supiese que aguardaba dentro. Yo la miraba y sonreía, y no le hacía esperar. Luego perdió esa costumbre. Los años, poco a poco, nos fueron robando todo menos la esperanza... Ahora sonrío y siento que está al otro lado, aunque soy yo quien la deja en la manilla.
Niñocactus
4 comentarios:
Me alegra reencontrarme con tus letras. Feliz con paseos al sol, lluvia y buenos momentos que traigo en la bolsa de viaje. Un abrazo
El esperaba que ella se acordase de colgar la gorra y que no se olvidara que él que la seguía esperando, aunque no se lo dijese.
el tiempo a veces lo estropea todo...o somos nosotros?
:S
Mónica: qué suerte llevar una bolsa llena de buenos momentos. Yo le deseo a usted dulces atardeceres de primavera.
Atenea: en el fondo se hicieron cómplices de su propia historia ;)
Fantasmita: digamos que el tiempo lo cambia todo... Somos nosotros los que pensamos que lo estropea. :P
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