-¿Dónde está el perro? –vociferó mientras observaba las miradas sobrecogidas de los más pequeños. El callejón, mal iluminado, era el lugar idóneo para contar aquellas historias de miedo cada anochecer.
-Pero allí no había ningún perro –continuó-, eran los ladridos del viejo mastín que, atrapados entre los muros de la casona, seguían escuchándose en un eco eterno…
Maullidos de terror corearon el final. Después, uno tras otro, los gatos se dispersaron por los tejados de la ciudad.
-Pero allí no había ningún perro –continuó-, eran los ladridos del viejo mastín que, atrapados entre los muros de la casona, seguían escuchándose en un eco eterno…
Maullidos de terror corearon el final. Después, uno tras otro, los gatos se dispersaron por los tejados de la ciudad.
NiñoCactus
5 comentarios:
El mastín se había quedado atrapado entre dos mundos, entre los muros, esperando a su viejo dueño, que salió por su pie de la casano y que se despidió con una mirada de su amado mastín, sabiendo que él ya no volvería nunca más.
Me imagino un día nublado, azul grisáceo, ya anocheciendo, había humedad y las chimeneas humeaban.
:)
Como la vida misma: un perro es el terror de los gatos.
Buenos dias, gracias por despertarme con esta historia, ya imagino los tejados. Un abrazo y buen comienzo de semana.
Atenea: jojó, me dio una idea fantástica para un cuento: alguien atrapado entre dos mundos, el que él se imagina y el real. ;D
Fantasmita: gracias por poner el escenario ;)
Pepe: ains, y de algunos humanos también, jeje.
Mónica: ya la despertaré con gallos que cantan al amancer. Otro abrazo.
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