jueves, 30 de abril de 2009

Lo Extraordinario

El día invitaba a pasear, a salir del encierro de la casa y disfrutar de la mañana limpia y soleada. El cielo estaba más azul que nunca, como un mar en calma de aguas transparentes.
Nadie se dio cuenta de la primera gota de agua, tampoco de la segunda. Sin embargo, la tercera fue a caer en mitad del cristal izquierdo de las gafas nuevas de la señora Josefa, quien miró hacia arriba buscando a algún malintencionado que se hubiese puesto a regar justo cuando ella pasaba. Lo extraño es que, en ese momento, se encontraba cruzando la calle por el paso de cebra.
Sin previo aviso comenzó a llover. La gente levantaba la vista buscando alguna nube, pero el cielo seguía igual de despejado que a primera hora. Tal fue el asombro generalizado que nadie aceleró el paso ni buscó cobijo en un portal cercano. No se abrió ni un solo paraguas ni se vio capucha alguna cubriendo una cabeza.
La lluvia mojaba las caras sorprendidas de los viandantes que se habían quedado parados en mitad de calles y plazas. Unos pocos sonreían, otros buscaban arco iris y los menos cerraban los ojos disfrutando del agua. Lentamente, un grupo de nubes fue apareciendo en lo alto y la gente, al verlas, comenzó a ceñirse las chaquetas, a subir los hombros y a huir de aquella lluvia normal.

NiñoCactus

lunes, 20 de abril de 2009

El hombre del saco

Cerré la puerta sin hacer ruido y fui a acostar a los niños.

-Falta César –gritó Marta -. Se ha vuelto a esconder.

Todos corearon su risita traviesa y me miraron divertidos enfundados en sus pijamas. Pasamos más de una hora buscando al pequeño que siempre me exasperaba con sus constantes travesuras incitando al resto a portarse mal. Desde que llegó las cosas se habían descontrolado en el orfanato.

-Ya está, esta vez se lo ha llevado el Hombre del Saco –sentencié-. Será mejor que nos vayamos a dormir o volverá a por el resto. Ya es demasiado tarde.

Esa noche los rezos estuvieron dificultados por hipidos y sollozos. A mí también me costó dormir pensando en lo que había hecho. Pero, a partir de ahora, no habría más problemas de disciplina.


NiñoCactus

dibujo de Quique

jueves, 16 de abril de 2009

Cuentos de Terror

-¿Dónde está el perro? –vociferó mientras observaba las miradas sobrecogidas de los más pequeños. El callejón, mal iluminado, era el lugar idóneo para contar aquellas historias de miedo cada anochecer.
-Pero allí no había ningún perro –continuó-, eran los ladridos del viejo mastín que, atrapados entre los muros de la casona, seguían escuchándose en un eco eterno…
Maullidos de terror corearon el final. Después, uno tras otro, los gatos se dispersaron por los tejados de la ciudad.

NiñoCactus

sábado, 11 de abril de 2009

... Y ahora

En la puerta había una gorra negra, la misma que llevaba el día en que nos conocimos. La colgaba del picaporte del cuarto para que supiese que aguardaba dentro. Yo la miraba y sonreía, y no le hacía esperar. Luego perdió esa costumbre. Los años, poco a poco, nos fueron robando todo menos la esperanza... Ahora sonrío y siento que está al otro lado, aunque soy yo quien la deja en la manilla.

Niñocactus